En el Uruguay contemporáneo los niños, adolescentes y jóvenes de los sectores socioeconómicamente sumergidos conforman una de las poblaciones más vulnerables. En los primeros años del siglo XXI más de la mitad de los adolescentes eran pobres y la desocupación juvenil de esos años (2002–2005) fue un factor preponderante de la emigración masiva de uruguayos por aquellos años. Estas tendencias se han revertido, pero la pobreza sigue estando juvenilizada y el bajo desempleo del país sigue afectando a las y los jóvenes de menor capital educativo. Junto a la desigualdad estructural los discursos de demagogia represiva ven a ellos como los causantes de la inseguridad, entendida en nuestros días como el principal problema del país a nivel de opinión pública.

Este artículo intenta trazar una relación entre el discurso que asocia a los adolescentes y jóvenes pobres con el crimen y las drogas. Presentamos y relacionamos (i) la reproducción de la desigualdad entre los jóvenes; (ii) las moralidades que construyen las diferentes edades a proteger—moratoria social—; (iii) la vulnerabilidad de los usuarios de pasta base de cocaína, sujetos que aúnan pobreza, estigma y “juventud” y (iv) grupos juveniles y movimientos sociales en el Uruguay contemporáneo.