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Gabriel Glaiman

Rojo sangre

A Propósito de la serie “Los linchadores” de Gabriel Glaiman.

 

Por Esteban Rodríguez Alzueta

“No puedo soportar la vista de la sangre”

Jean-Luc Godard

 

Win Wenders decía: la vida es en colores pero en blanco y negro es más real. Los contrastes están para señalar las tensiones, para que la mirada no se escape con los detalles. Si hay que impedir la naturalización de la violencia habrá que evitar su estetización y la pintura debe impregnarse de aquello que quiere interrogar. En las acuarelas de Gabriel Glaiman el negro es reemplazado por el rojo. Un rojo sangre, el rojo que va dejando de ser rojo a medida que la sangre se mezcla con otros fluidos, con la transpiración y la saliva de los verdugos que se reúnen para volverse muta y salir de caza. El rojo de Glaiman es rojo tierra, rojo asfalto, un rojo que pierde intensidad a medida que la sangre se derrama y esparce en la tierra. Un rojo negro que deformará las siluetas, que des-dibuja las figuras desfiguradas por tanta violencia. Hablar, entonces, a través del rojo sangre. Un rojo que no puede ser rojo carmín, ni bermellón. Una sangre que moja el papel, que resbala y no se deja absorber fácilmente.

Un cuerpo linchado es un cuerpo que dejó de ser cuerpo para transformarse en un pedazo de carne manchado de rojo. Un cuerpo despojado de movimientos y gestos, de identidad y palabras. Cuerpos que no hablan y tienen, incluso, prohibido los gritos. Por un lado, porque están atragantados con la sangre en la boca, pero también porque saben que sus gritos solo incrementará la bestialidad de la violencia amontonada. Una violencia, entonces, que buscará despojar a los hombres de sus condiciones de humanidad. Los cuerpos linchados son cuerpos obliterados, ultrajados, escupidos. Los linchadores reproducen las violaciones en grupo que aprendieron viendo porno. Cuerpos pornografiados, recortados para ser exhibidos, para ostentar al macho que llevan adentro.

Billie Hollidey popularizó una canción de Abel Meeropol que le costará su vida. La llamaron “Strange fruit”y la estrenaron en 1939. La canción habla de la fruta extraña que cuelga de los álamos, la carne quemada que se pudre mientras se mece al viento, picoteada por los cuervos que posan mientras se retratan con ellos. Vecinos sin-vergüenzas, que hablan a través del dolor del otro, una dolencia que se averigua en la sangre derramada. Porque los cuerpos que allí cuelgan siguen doliendo, es la muerte que no termina de morir.   

Si es cierto que los cuerpos linchados son el bastidor elegido por la vecinocracia para mandar mensajes al resto de la comunidad, imágenes grotescas que no tienen vocación crítica, que no preguntan nada, que son mera advertencia; las acuarelas de Glaiman están en silencio. No hablan pero son un gran interrogante. Los dibujos escapan al morbo, dejando espacio para la reflexión. No hablan pero reclaman una respuesta urgente.

 

 

 

Gabriel Glaiman es Magíster en Bellas Artes (Ma Fine Art), por Central Saint Martins College of Art & Design, Londres, Reino Unido. En 2001, ganó por concurso la beca "Fondo Nacional de las Artes “The British Council 2001" que le permitió realizar estudios de posgrado. Participa en la Maestría en Estéticas Latinoamericanas Contemporáneas, que tiene lugar actualmente entre UNDAV/CIA.

Es docente de la Universidad de Buenos Aires, Fadu, diseño gráfico y la Universidad Nacional de Avellaneda.

Algunas participaciones: 2004, Transit (x – lon – ba) Centro Cultural Recoleta / Premio de Pintura “sherwin – williams”pabellón IV (primer premio)/2005, Bienal Paloma Alonso, Museo de Arte Contemporáneo de La Plata - Palais de Glace/2007, XIV Encuentros Abiertos, Festival de La Luz, la Casona de los Olivera/2008, Salón Nacional de Pintura, Fundación Banco de La Nación Argentina, CC Borges /2008, Ellos, Galería Ápice Arte Contemporáneo / Entre medios, Galería Ápice Arte Contemporáneo /2012, Everything but the kitchen sink, Centro Omladine, Belgrado, serbia/intimo, Un lugar fuera del tiempo, Museo Muñiz, CABA/ instante, Fundación Areatec, CABA/2016, Muestra aurorretratos, Museo Chateau, Ciudad de Córdoba.

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